martes, 4 de marzo de 2014

El PROCESO DE MODELADO EN INFOGRAFÍA

Para realizar una infografía de calidad, al igual que sucede en fotografía, es necesario seleccionar adecuadamente las escenas, los ángulos, las distancias focales, la iluminación o incluso la resolución. Pero en cualquier caso estas decisiones se toman en una etapa más avanzada del trabajo.

No se puede realizar una infografía si antes no existe un modelo en tres dimensiones de aquello que se quiere representar, y para eso es imprescindible la utilización de un software de modelado.

El abanico en este sentido es tan amplio como amplio es el número de productos que hay en el mercado, comercializados o desarrollados como software libre por diferentes compañías. No obstante es importante reseñar que debe existir una compatibilidad de formatos entre el sistema que se utilice para el modelado  y el que posteriormente se use para el renderizado; si bien es cierto que a día de hoy ya hay varios programas que cuentan con un módulo propio para dicha labor, y además los actuales motores de render son compatibles con la inmensa mayoría de los software de modelado más usados y conocidos en el sector, bien a través de formatos comunes, o bien a través de la inclusión de plug-ins.

El modelo en 3D que es utilizado como primer paso en el proceso puede haberse obtenido de dos maneras:

Por un lado puede suceder que el modelo en tres dimensiones que sirve como punto de partida se haya creado única y exclusivamente para la obtención del posterior render. Esto es lo que sucedería, por ejemplo,  en un estudio con  dedicación exclusiva a las labores de generación de infografías. En este caso lo normal es que el cliente y el estudio se pongan de acuerdo a la hora de compartir los datos e indicaciones necesarias para la obtención del modelo. El cliente podría proporcionar directamente el CAD de su producto, lo que facilitaría enormemente la labor, pero también podría suministrar únicamente planos en formato papel o digital y una relación de materiales o acabados, siendo necesario por parte del estudio recopilar cuantos datos sean pertinentes para crear el modelo 3D utilizado como base.

Un estudio de este tipo podría seleccionar, desde cero, qué programa de modelado va a utilizar. Tomando en consideración aspectos tales como el precio, la mayor o menor dificultad de manejo, la especificidad, la asistencia técnica y como se ha comentado, la compatibilidad con los sistemas de renderizado.

Pero por el otro lado puede suceder que el modelo tridimensional que se utiliza para la elaboración del render se obtenga como parte del propio proceso de proyección del producto o proyecto. Este es el caso que podría darse en despachos de arquitectura o ingeniería, destinados a la elaboración de proyectos, y que como parte de su trabajo puede que quieran obtener una infografía. Un despacho de arquitectura, por ejemplo, ya utilizará un sistema CAD o BIM, para el diseño, proyección o incluso gestión de sus proyectos; y ese software, en principio, únicamente tendrá ese fin. Pero una vez que se tiene el CAD o el modelo tridimensional del proyecto este puede aprovecharse para la elaboración de la infografía.

Aquí el software de modelado estaría, por así decirlo, impuesto, y habría que prestar una mayor atención a la compatibilidad del mismo con el programa que posteriormente se utilice para obtener la infografía. Aunque en este caso el abanico podría ser algo menos amplio, está la ventaja de que el modelo que sirve como base es básicamente exacto, pues es el que se utiliza en el propio proyecto real. Un proyectista crea que su diseño, lo modela, lo utiliza como base para la elaboración de documentación gráfica de planos, para la producción, para la medición, y finalmente, para el renderizado. Es más, el propio proyectista es quien realiza la infografía, y el conocimiento que tiene éste del proyecto es consecuentemente mayor que el que puede darse en la situación anterior.

En este post no se va a realizar un estudio pormenorizado de los diferentes programas de modelado que se podrían utilizar, pues es algo que llevaría demasiado tiempo y tampoco tendría mucho sentido pues éstos son bien conocidos en el sector y cada uno tiene sus características, funcionalidades y particularidades. Sin embargo sí resulta interesante definir los dos sistemas que actualmente se están utilizando para esta labor.
- El sistema CAD (Computer-Aided Design, o en castellano, diseño asistido por computadora) es, con diferencia, el sistema de modelado más ampliamente utilizado desde hace años para la elaboración de proyectos. Los sistemas CAD básicamente se sirven de  puntos, líneas, arcos, superficies y primitivas sólidas para modelar un proyecto.  Lo que se hace, en definitiva, es digitalizar las tradicionales labores de dibujo a mano, y al igual que en el papel una casa, por ejemplo, no será más que un conjunto de líneas trazadas con  un lápiz y una regla y arcos realizados con compás, en un programa CAD esa casa también será únicamente un conjunto de líneas, y arcos. A esas líneas, arcos o puntos se les puede asignar colores, capas, grosores o trazos, pero no dejarán de ser, en definitiva, líneas, arcos y puntos. 
- El sistema BIM (Building Information Modeling, o en castellano, modelo de información para la edificación) es el sistema que está sustituyendo al CAD pues va más allá y su funcionalidad es muchísimo mayor. El sistema BIM a grandes rasgos consiste en construir virtualmente esa casa. Al ser una construcción virtual, esa casa ya no será un conjunto de líneas y arcos (estrictamente lo es, pero de lo que se trata es de ir más allá) sino un conjunto de vigas, pilares, muros, puertas y ventanas virtuales. Al igual que en una construcción real, al utilizar estos programas lo que se hace es crear su cimentación virtual, su estructura virtual, sus cerramientos virtuales, sus vanos virtuales, sus puertas virtuales, sus ventanas virtuales o sus instalaciones virtuales. A estos elementos no sólo se les puede asignar características de color o capa, sino también dimensiones, cantidades, materiales, marcas, nomenclaturas, propiedades mecánicas, plazos o incluso precios. Por este motivo es por lo que los sistemas BIM se están imponiendo,  porque al funcionar de esta forma el modelo generado, y su base de datos formada por las características que se han asignado a sus componentes, pueden ser utilizados para labores complementarias a la proyección: cálculos de rendimiento energético o estructurales, certificaciones, mediciones de partidas, control de plazos. Y por supuesto para un posterior renderizado.

Obviamente cada proyectista utilizará el sistema que mejor le convenga de acuerdo a su sistema de trabajo, presupuesto o necesidades de conectividad e intercambio de datos, de ahí que en este post no se profundice en software concretos, no obstante lo que sí se puede hacer es dar unas recomendaciones enfocadas a facilitar el manejo de los modelos para el posterior proceso de render.

  • No tiene sentido tener un modelo extremadamente detallado si esos detalles no van a aparecer en la infografía debido a la escala de representación escogida, o al estilo de la misma.  
  • No merece la pena dedicar tiempo y esfuerzo al interior, por ejemplo, de un edificio si la representación va a centrarse en el exterior del mismo (y viceversa). No sólo no merece la pena, sino que además el archivo del modelo obtenido será pesado, poco ágil y más difícil de tratar con los posteriores motores de render. Los tiempos de procesado aumentarán y los equipos necesarios deberán ser más potentes.
  • Evidentemente el punto anterior no es un principio absoluto. Puede que se quiera hacer una escena exterior y otra interior de un mismo edificio. O puede que se pretenda hacer una vista frontal y otra posterior. No sería lógico tener un modelo para cada vista en el que se eliminan las partes que no van a aparecer. Lo lógico sería tener un único modelo y moverse a lo largo o en torno a éste como un fotógrafo se mueve alrededor del edificio que se dispone a retratar. 
  • Un sistema de capas o grupos permite desactivar temporalmente los elementos que en un momento determinado pueden no ser necesarios representar o exportar al software de render. No obstante un número elevado de las mismas puede terminar provocando confusión y desorden en el modelo, sobre todo si estas no están bien identificadas o no tienen una utilidad real.
  • El modelo debe mantenerse lo más limpio y ordenado posible, eliminado elementos erróneos o duplicados, pues como ya se ha visto lo único que conseguirán es convertirlo en algo lento y pesado de tratar.
  • Hay que procurar utilizar las herramientas que los propios programas presentan para aligerar los modelos. Por ejemplo, una misma superficie puede estar representada por diferentes cantidades de polígonos; si no es necesaria una alta definición, una superficie con menos polígonos siempre será más ágil. Esto puede conseguirse mediante herramientas de limpieza propias del software o mediante los datos de definición, por ejemplo, de las primitivas 3D o las superficies.
  • En ocasiones los modelos obtenidos se “enriquecen” importando elementos de biblioteca (se tiene una casa, y se le añaden unos muebles). Cuanto más limpios estén estos elementos, mejor.
  • Si se tiene claro qué motor de render va a utilizarse (un módulo integrado o un programa independiente que requiera de una exportación de datos), del estudio del mismo se podrá determinar qué requisitos deberá tener el modelo tridimensional de base. Ejemplo: ciertos software de renderizado simplemente necesitan el modelo “en blanco”, sin texturas, y es en el mismo donde éstas se añaden, bien por bloques o por caras. Otros, sin embargo, facilitan enormemente la aplicación de las mismas si al modelo 3D obtenido se le asignan previamente unas propiedades de color. 

Estos principios facilitarán el manejo de los modelos y eso se traducirá en una mayor comodidad y reducción de tiempos, no sólo de preparación, sino de procesado.

La elección del software de modelado dependerá de una serie de parámetros entre los que se encuentran la funcionalidad, la conectividad, el precio, los sistemas de producción o las propias necesidades  particulares del proyectista. Pero en cualquier caso, sea cual sea el sistema utilizado, y sea cual sea la marca final por la que se opte, trabajar de una forma ordenada, limpia y consecuente con los procesos posteriores que hay que realizar, no sólo hará mucho más fácil el proceso, sino que incrementará la calidad del resultado final.





sábado, 21 de diciembre de 2013

LA INFOGRAFÍA COMO HERRAMIENTA DE TRABAJO



En la anterior entrada de este blog tratamos de dejar claro a qué nos estábamos refiriendo cuando, en el ámbito de la construcción y la ingeniería, nos referíamos con el término infografía. Y tras establecer las diferencias en la aplicación de las mismas dentro de los ámbitos con mayor proliferación, entre ellos el ya citado y el periodismo, llegamos a la siguiente conclusión:

Infografía es aquella imagen obtenida tras aplicar a un modelo en tres dimensiones generado por un software informático, una serie de cálculos que simulan el comportamiento real de la luz, los materiales, o las texturas, bien a través del mismo programa de modelado, o a través de uno externo.

Puestos ya en situación podemos profundizar en el tema.

Antes de entrar en los tres procesos que a grandes rasgos componen la elaboración de una infografía de estas características, modelado, renderizado y postproducción, para los cuales publicaremos sendos posts en próximas semanas, sería conveniente comentar cuáles son las aplicaciones que en el ámbito de la ingeniería y la construcción podemos dar a las mismas.

A priori podríamos considerar que un render no tiene más utilidad que la de servir de añadido meramente ornamental o decorativo a un proyecto de ingeniería o construcción; y en honor a la verdad habría que decir que por desgracia en buena parte de los casos es así. Si bien es cierto que esta situación no hace que las infografías se infravaloren, pues al fin y al cabo la simple aparición de una infografía de proyecto parece dotarle a éste de ese añadido tan apreciado en la sociedad de la imagen presente, el considerar que únicamente tienen esta aplicación conduce a infrautilizarlas, a no aprovecharlas convenientemente. Para poder desarrollar todo su potencial, y por tanto poder servirnos del mismo, este tipo de imágenes debe ser tratado como una herramienta más de trabajo que a su vez puede combinarse  con todas aquellas que son de utilidad en el desarrollo de un proyecto.

¿De qué forma pueden sernos útiles? La forma más inmediata de darlas una mayor utilidad es considerar que éstas pueden permitirnos adelantarnos en el tiempo y ver el resultado que pretendemos obtener. De hecho hasta hace algún tiempo, hasta que se desarrolló un mayor número de software y aplicaciones informáticas, así como sus prestaciones para este fin, esta labor era desempeñada por las maquetas físicas que todos conocemos. Representaciones a escala y en diferentes materiales, pero siempre tangibles, de aquello en lo que estamos trabajando. Obviamente, y debido al tiempo necesario para poder completarlas, sobre todo en función del nivel de detalle y los costes, las maquetas físicas quedaban relegadas a representar el resultado final únicamente como forma de mostrar a los demás que todos los cálculos, planos, presupuestos y consideraciones técnicas que componen un proyecto podían verse antes de acometer las obras. Aunque también es cierto que sería un error considerar que el maquetismo físico sólo tiene este fin, pues es bien conocido que los proyectistas pueden valerse de las mismas para realizar estudios de luz, sombra, volúmenes o materiales a la hora de concebir el diseño final, aunque evidentemente con muchas limitaciones. Por otro lado las maquetas físicas han sido utilizadas tradicionalmente para trabajos de arquitectura y urbanismo, y en mucha menor medida en ingeniería civil o interiorismo.
La infografía frente a la maqueta física.
 En cierto modo podemos decir que la infografía viene a suplir las limitaciones de una maqueta física, tanto en las características de la misma, sus posibilidades y los campos de aplicación; y aquí es cuando éstas cobran una mayor importancia como herramienta de trabajo. Sin requerir de un plazo largo de tiempo y con una inversión no necesariamente alta, podemos obtener infografías de nuestro proyecto (de cualquier proyecto) en cualquier fase del mismo. Las ventajas que este hecho tienen son varias:

En lo que al diseño se refiere, aunque un proyectista experimentado ya reunirá todos aquellos conocimientos, experiencias, e incluso intuiciones necesarias para resolver estas cuestiones, la infografía permite realizar, por ejemplo, estudios de soleamiento realistas adaptados al lugar, e incluso a la época del año, obtener una aproximación casi real del impacto visual que nuestra obra va a tener el entorno, permitiendo decidir qué sistemas son más apropiados para conseguir una mayor integración o analizar la conveniencia estética de los diferentes materiales y soluciones adoptadas.  La utilidad en este sentido es clara: el proyectista podrá ver cómo será un diseño que en principio sólo está en el papel y en su mente, y podrá introducir aquellos cambios que crea convenientes, o incluso decidir entre diferentes opciones, de forma que aquel diseño que de por bueno ya habrá podido ser visualizado en su entorno, con sus materiales, con sus luces, con sus volúmenes y con todos aquellos cambios que hayan sido necesarios introducir hasta dar con un resultado satisfactorio y adaptado a sus expectativas. En definitiva, la infografía va a ayudar al diseñador a tomar decisiones sobre su creación mientras la está concibiendo.

Una utilidad consecuencia de la anterior es el hecho de poder hacer partícipe al cliente, siempre que eso sea posible o deseable, en la toma de decisiones. De hecho campos como el del interiorismo han encontrado en la infografía una herramienta imprescindible en esta dirección. Nada puede sustituir la practicidad que tienen este tipo de imágenes a la hora de poder mostrar al cliente, por ejemplo, cómo quedará la reforma de un local o una vivienda. Y ningún otro método podrá permitir al mismo introducir aquellos cambios que en función de sus gustos, necesidades, o impresiones crea convenientes al ver de forma previa el resultado; de forma que el diseño final se ajustará no sólo a las consideraciones del técnico, sino también a las de aquel a quien va dirigido.

En definitiva esta herramienta nos va a permitir introducir todas aquellas variaciones de diseño, geométricas, estéticas, en materiales, orientaciones, luces, sombras o condicionadas al entorno, sin necesidad de esperar a que éste se lleve a cabo y por tanto pueda ser demasiado tarde.

Pero no sólo eso. En los últimos años la gestión de proyectos ha cobrado una vital importancia en la construcción, y fruto de esta situación el software BIM han adquirido un mayor protagonismo frente a los sistemas CAD. Un sistema BIM (Modelado con Información para la Construcción) a grandes rasgos va a permitir diseñar un proyecto de forma tridimensional desde el principio (a diferencia de las dos dimensiones de los sistemas CAD), pero incorporando la ventaja de que a cada elemento utilizado en el modelado se le va a añadir una información que será de utilidad a la hora de, por ejemplo, cubicar, calcular costos, determinar fases de trabajo, completarlas, hacer revisiones de precio o reducir las posibilidades de error.
Como complemento a estas prestaciones es obvio que podremos obtener infografías del resultado de cada fase de trabajo o ilustrar los procesos constructivos, lo que sirve de gran utilidad a la hora de anticiparnos, por ejemplo, a la disposición de acopios de material y de la maquinaria involucrados, de los diferentes sistemas de seguridad y protección para los trabajadores, o sirviendo incluso como material didáctico o ilustrativo en las explicaciones que habrá que dar a los diferentes agentes que tomen parte en la construcción. Tal es el grado de compatibilidad en este sentido que la inmensa mayoría de softwares de este tipo cuentan ya con sistemas de exportación y comunicación con los programas de modelado y renderizado más habituales, si es que no cuentan ya (aunque con un potencial menor) con módulos de renderizado ya integrados en los mismos.
Ejemplo de infografías para la representacióndel proceso constructivo de un proyecto.
Visto así ha quedado claro que la infografía no está relegada únicamente a ver un resultado final. Sino que ésta puede intervenir en la toma de decisiones, en la gestión, y en los cambios que conducen a dicho resultado. Por eso la infografía pasa de convertirse en un fin, a ser un medio. Y así es como deberían ser tenidas en cuenta en el sector.

Arquitectura, urbanismo, paisajismo, interiorismo, infraestructuras viales, ferroviarias, aeroportuarias, marítimas o hidráulicas, diseño de productos. El espectro de campos de aplicación supera, y en mucho, a las que tradicionalmente se destinaba el maquetismo físico. Estudios de soleamiento, luces, sombras, materiales, situación, impacto visual, integración en el entorno, acabados, modificaciones, incorporación de elementos no previstos, hacer partícipe al cliente, poder elegir entre diferentes opciones, ilustrar los procesos constructivos y sus elementos involucrados, mostrar los resultados de cada fase de proyecto, elaborar material didáctico para los mandos y trabajadores o material visual para su utilización en presentaciones técnicas y comerciales, poder decidir, explicar, ilustrar y mostrar qué hacemos, por qué lo hacemos y cómo hemos llegado a hacerlo.  Sus posibilidades, como vemos, distan mucho de ser únicamente “la guinda del pastel” que utilizamos para coronar gráficamente un proyecto.

En definitiva, la infografía como herramienta de trabajo.

s en www.infografiaydelineacion.com



miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿QUÉ ES UNA INFOGRAFÍA?


Sería un tanto aventurado comenzar este artículo sin tratar de arrojar algo de luz, o al menos intentarlo, sobre qué es lo que entendemos, podemos entender, o deberíamos entender, cuando nos referimos a la palabra “Infografía”.

¿Qué es una infografía?

Atendiendo a la definición de la Real Academia de la Lengua Española:

Infografía. (Acrón. de informática y -grafía; marca reg.).
1. f. Técnica de elaboración de imágenes mediante ordenador.
2. f. Imagen obtenida por medio de esta técnica.

Entendidas como tal, lo cierto es que podríamos considerar como infografía a cualquier imagen generada por un software informático (y el abanico es bastante amplio), pues es esta circunstancia, la de haber sido generada por una computadora, la que parece dar sentido a la expresión. Pero como en casi todo, los expertos, o incluso las diferentes fuentes a las que podamos acudir, no se ponen de acuerdo.

“Informática + grafía”. Pero, ¿y si en realidad de lo que hablamos es de “información + grafía”? Cualquier imagen, al fin y al cabo, transmite una información. Pero el acrónimo “información + grafía” iría un poco más allá. ¿Hasta dónde? Pongamos un ejemplo práctico:

Abrimos nuestro periódico o revista de referencia y tras una larga serie de noticias, normalmente acompañadas de fotografías con sus correspondientes pies de foto, o a veces ni eso, nos encontramos una ilustración en la que a través de dibujos y gráficos de poca complejidad, acompañados de pequeñas explicaciones escritas, se nos complementa, sintetiza, o clarifica un artículo sobre la volatilidad de los mercados, el funcionamiento de una planta nuclear, o la inminente operación quirúrgica de un monarca europeo, temas que generalmente escapan de aquello que dominamos, pero a los que podemos aproximarnos a través de dichas ilustraciones.
Eso que estamos observando es lo que también podemos considerar como infografía. Entendida tal como la representación gráfica de la información que estamos leyendo. Gráficos (mapas, escenas, siluetas abstractas, imágenes esquemáticas) acompañadas generalmente de textos simples o indicaciones que ayudan a entender, no sólo lo que estamos viendo, sino lo que hemos leído en un texto de mayor complejidad al que suelen acompañar.  A grandes rasgos podemos decir que una infografía de este tipo es el resumen o complemento gráfico de una información compleja. Pero siempre y cuando exista una relación clara y evidente entre los dos factores de esa ecuación. Es más, si una infografía es capaz de sintetizar correctamente una información, esta podría llegar a ser una entidad propia.

Uno de los campos en los que la infografía ha encontrado una mayor profusión es, como ya hemos visto, el periodismo. Pero también se han generalizado en otros ámbitos en los que se hace necesario transmitir una información de forma clara y sencilla, por ejemplo en la publicidad o el marketing.

Bajo estas premisas podríamos plantearnos si resulta imprescindible que ese tipo de imágenes deban realizarse mediante aplicaciones informáticas, básicamente porque podemos encontrar ejemplos que se ajustarían a esta definición en periódicos de épocas en las que la informática no estaba precisamente desarrollada.  O también podríamos plantearnos (sobre todo ahora que las herramientas gráficas lo permiten) si estas deben ser estáticas o dinámicas.
Entrar en este campo resultaría complicado y hasta farragoso pues se haría imprescindible no sólo tener en cuenta varios principios del diseño gráfico, sino también de las ciencias de la información. Pero al fin y al cabo el objeto de la serie de artículos que iniciamos con este primer post no es la infografía entendida bajo los términos que acabamos de relatar. Aunque parece haber quedado claro que se hacía necesario hacer una pequeña referencia a esta “tipología”.

Volvamos, por tanto, a la primera definición. Aquella que definía a la infografía como la técnica de elaboración de imágenes mediante ordenador, y al fruto de ésta.

En este caso parece que el uso de la informática está fuera de toda duda. Extendiendo la definición que nos da la RAE, podemos decir que una infografía es la imagen que se obtiene tras aplicar a un modelo en tres dimensiones generado por ordenador, una serie de cálculos informáticos que simulan el comportamiento real de la luz, los materiales, o las texturas. Resulta tan inequívoco el uso de la informática para esta definición, que ésta interviene en básicamente todo el proceso. Empezando por el modelado, pasando por el renderizado, y terminando con la postproducción. Tres procesos en los que sí o sí intervendrá una computadora y que más adelante definiremos y trataremos con mayor profundidad.
Ejemplo de infografía para representación arquitectónica y de infraestructura elaborada por I.D. Infografía y Delineación.
Sería conveniente señalar que tampoco en este caso existiría unanimidad, ya que en función de las aplicaciones cada cual ha añadido un apellido al término: infoarquitectura, infografía 3D, infografía industrial, infografía de productos… Pero al final todas están haciendo referencia a una visualización más o menos realista obtenida mediante las mismas técnicas.

También se ha generalizado el uso de la palabra “render” para referirse a este tipo de imágenes, sin embargo el render o renderizado no es más que una fase del trabajo.

Para dejar las cosas claras, la palabra infografía será utilizada a partir de ahora y para próximos artículos, como la imagen obtenida tras un proceso de modelado, renderizado y edición fotográfica, tal y como ya hemos definido, sea cual sea su aplicación: arquitectura, ingeniería civil, urbanismo, ingeniería industrial, o diseño de productos.

Nace así este blog, para hablar de Infografías.